Estoy tratando de escribir. Hace
demasiado tiempo que solamente trato. El bloqueo es inapaciguable, es
incapaz de destituir su trono. Sentada aquí,
tratando en vez de pudiendo(insegura de si esta previa palabra
existe), solo trato. Como te he fallado Yoda... tu que tanto dijiste
que eso de tratar no existe. Pero heme aquí, tratando sin poder.
Lamentablemente, tal vez no llegue a Jedi.
Pero sigo aquí,
tratando, que tiene casi tanto mérito como poder. Pues poder no es
solo tratar con un poco de impulso, poder es casi como tratar con
ganas. Poder es esa cosa que es culpable de tantas otras.
En esta oscuridad, y
yo con tanto miedo. Me atrevo lo suficiente para llegar a prender la
bombilla, parpadea pero no ilumina... tendré que volver a golpearla,
dicha luz solo funciona cuando se le antoja, igualito que mi ánimo
emocional. Funcionando cuando place, sin preguntar a su dueña.
No encuentro el
lugar de procedencia de esta falta de inspiración... aunque si he
llegado a formular varias teorías. Tal vez sea que ya simplemente no
funciono como escritora, es posible, raro, pero posible. Al final de
todo, las cosas siempre tienen un fin y un comienzo. Es tal vez este,
el fin hacia uno de mis comienzos.
¿Será posible, que
sea por falta de inspiración? Es dificil. Estoy rodeada
constantemente de millones de pequeñas cosas que son capaces de
llevar a la catársis... falta de creatividad, es otra historia.
¿Será el conocer
el amor? Ya lo he dudado varias veces, pero no es muy racional. Los
mejores escritores al estar enamorados han escrito bellos versos,
pero en el desamor han escrito sus obras maestras. ¿Es que la
felicidad y la comodidad no son buenos demiurgos? Si es así, tendré
que resignarme a vivir sin talento escrito y renunciar a este sueño
romántizado de la escritora tomando café, humo en la boca y buena
compañía.
Guardo rencor, es
palpable y reconocible. Pero tan arraigado al lado izquierdo de mi
pecho, que temo deshacerme de el, por eso de la constumbre, del
recuerdo, del no terminar en el olvido. Ese perdón, como tan poco
cristiana que soy, me es como un clavo en la suela del zapato, mohoso
y corrosivo, infectándome con furia. Es mi tachuelita en el sillón y
yo soy la maestra. Es un turista que por vez primera toca un Nopal...
pellizcado.
¿Será el temor
ante lo incierto... ese trasladar de energía, esa despedida de lo
conocido? Este desconocer sobre lo conocido, me hace las moléculas
temblar del pánico. Ese cambio en energia es una idea agobiante,
pero aunque sea átomo, de cierta manera seré. Está escrito, está
hecho ley.
El doctor me
diagnosticará con depresión. Me recetará una de esas pastillas que
veces anteriores me han tratado de hacer ingerir. Las negaré.
Tratarán de hacerme comprender que es normal sentirse así, que son
los tiempos, que es como tener diabetes, que es solo una condición,
que tantos otros estan pisando los mismisimos zapatos que tengo
puesto.
Dr., mi diagnóstico
está incorrecto. Su cura es asequible, está encerrada en mis dedos,
proveniente desde el hipotálamo, infestada de líquidos pineales;
solamente se ha tardado en salir.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario